Y en el hueco de tú pecho una paloma no un pajaro
Me gusta verte sentado en la bañera, con las rodillas huesudas que sobresalen como iceberg huesudo del fondo del mar. La cabeza levantada mirando mis enormes pechos, mi rojo pezón puntiagudo (sobre todo el derecho) Seguís el movimiento de mis manos como un ratoncito que busca su madrigal. Yo lo sé. Va, lo aprendí con el tiempo: el refriegue jabonoso te enloquece. Me enjabono el doble con ese jabón “especial”, ese mismo que nunca aprendiste a nombrar.
Es extraño
cómo en un lugar extremadamente pequeño
podemos ser tan afortunados.
damian galateo
4 comentarios:
me pregunto que pasaría si un día las palomas rompren el vidrio y se cuelan en la casa--
y se convierten en murcielagos...
vampiros!!!!!!!!
Encantada con este sitio
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